Raúl Romero (1955, Madrid – 2013, Peguerinos, Ávila). Es uno de los pintores españoles más destacados de la segunda mitad del siglo XX. Padecía depresión crónica y trastorno obsesivo compulsivo, la psiquiatría es concreta en estos casos: anula o multiplica la expresión artística. El Arte y el talento estaban a su favor. En 1979 expuso por primera vez en una galería madrileña y vendió todas las obras. Un maravilloso creador que a pesar de ser admirado, pintaba para él, se negaba en vida a mostrar al mundo sus obras. En el 2013, en su mejor etapa, maduro como pintor, genial como dibujante: se suicidó. Y con él se fue el genio, pero no la obra.
Tan perfeccionista que nada compraba hecho. La pintura era él. Pigmentos, lienzos, bastidores, nada le servía que no estuviera hecho de su propia mano. Y a partir de ahí creaba, experimentaba, llegando a ser el gran artesano de la pintura. Sin embargo el miedo le paralizaba solo de pensar en mostrarla. En el 2017, comisariada por Sofía Martínez Hernández, se expuso por primera vez su obra después de que pusiera fin a su vida. Un privilegio para quien pudo verla, ya que se exhibieron piezas en evolución que abordaban técnicas, temáticas y estilos nunca vistos. Una colección inmensa que se descubrió después de su muerte y que pudo verse inédita en Galería Léucade.